La inminente revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha encendido las alarmas en el sector automotriz. La posibilidad de que el Gobierno de México opte por una negociación bilateral —y no trilateral, como se ha hecho desde el TLCAN— preocupa a los fabricantes, que temen una pérdida de competitividad y de la integración regional que ha sostenido el crecimiento de la industria durante más de tres décadas.
Las nuevas políticas impulsadas por el presidente estadounidense Donald Trump reavivaron la posibilidad de fragmentar el acuerdo comercial norteamericano, planteando sustituir el T-MEC por acuerdos bilaterales. Para la industria, este cambio representaría un retroceso, al amenazar el ecosistema productivo compartido que ha convertido a América del Norte en uno de los bloques industriales más sólidos del mundo.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) destacó la necesidad de mantener la visión trilateral para conservar la competitividad regional. “Con el TLCAN y ahora con el T-MEC, los tres países nos hemos beneficiado por más de 30 años. Solo podremos competir globalmente manteniéndonos como una región”, señaló el organismo.
Empresas como Toyota respaldan esta postura. En noviembre pasado, la automotriz japonesa anunció una inversión de 1,450 millones de dólares para modernizar sus plantas en Baja California y Guanajuato, destinadas a producir la nueva generación de la camioneta Tacoma y su versión híbrida.
“El tratado es clave para toda la industria. Llevamos más de tres décadas generando nuestras estrategias bajo esta base; por ello, necesitamos mantener la visión trilateral”, afirmó Lizette Gracida, directora senior de Relaciones Institucionales y Comercio Exterior de Toyota México.
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Lizette Gracida subrayó que la fortaleza del bloque reside en una cadena de suministro profundamente integrada. “Todas las partes que utilizamos provienen de la región. En México, realizamos compras anuales por más de 4,000 millones de dólares a proveedores locales”, explicó.
El riesgo de un viraje hacia acuerdos bilaterales preocupa también a los fabricantes de vehículos pesados. Rogelio Arzate, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (Anpact), advirtió que negociar de manera bilateral generaría incertidumbre normativa y costos operativos adicionales. “Cada país tendría que establecer sus propias reglas, lo que complicaría la operación. En cambio, un tratado trilateral ofrece una base común para la producción y la inversión”, enfatizó.
La incertidumbre ya comienza a reflejarse en las cifras. Según el Inegi, la producción de vehículos ligeros en México cayó 0.3% en lo que va del año, mientras que las exportaciones retrocedieron 0.9%. El descenso es más pronunciado en la industria de vehículos pesados, cuya producción se desplomó 34.5%, y las exportaciones, 29.1%.
La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) también llamó a preservar la integración norteamericana. Su presidente, Guillermo Rosales, señaló que incluso para Estados Unidos, “la mejor garantía de liderazgo económico es la cooperación regional”.
México y Canadá concentran más del 60% de las importaciones de autopartes utilizadas por la industria estadounidense, una relación que se vería afectada si se rompen las reglas comunes del tratado.
Aunque el presidente Trump anunció el 7 de octubre la posibilidad de negociar acuerdos bilaterales, el Gobierno mexicano ha reiterado su compromiso con la negociación tripartita.
La revisión formal del T-MEC podría redefinir el mapa productivo de América del Norte, y el papel de México dentro de un bloque que, por más de tres décadas, ha sido motor de crecimiento e integración regional.