Durante años, en México ha prevalecido la idea de que el internet satelital es caro, lento y poco confiable. Sin embargo, especialistas aseguran que esas percepciones corresponden a tecnologías de hace más de una década, y que hoy representan mitos que limitan el acceso de millones de personas a una conexión estable.
Uno de los principales prejuicios es el costo. Aunque antes representaba un gasto elevado, en la actualidad los planes residenciales de internet satelital pueden ser comparables, e incluso más accesibles, que algunos paquetes de datos móviles, con la ventaja de una cobertura mucho más amplia.
Otro mito recurrente es que el servicio se interrumpe con la lluvia. Los sistemas modernos están diseñados para resistir condiciones climáticas adversas, por lo que la señal se mantiene estable en la mayoría de los casos. Solo lluvias extremas podrían causar interrupciones temporales.
En cuanto a la velocidad, la nueva generación de satélites permite realizar actividades cotidianas como videollamadas, clases en línea, operaciones bancarias y streaming, desmontando la idea de que la red satelital es demasiado lenta.
La latencia, que históricamente ha sido criticada, tampoco representa un obstáculo insalvable. Aunque la señal de los satélites geoestacionarios recorre más de 36 mil kilómetros, las mejoras tecnológicas permiten navegar, estudiar y trabajar en línea con normalidad.
Finalmente, la instalación también ha dejado de ser un problema: técnicos especializados acuden hasta zonas remotas y habilitan el servicio en cuestión de horas, sin necesidad de mantenimiento constante.
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Empresas como Hughes, con más de 50 años en el sector, ya ofrecen soluciones que están transformando comunidades enteras. En un país donde millones aún esperan la llegada de la fibra óptica, el internet satelital surge como una alternativa lista y capaz de cerrar la brecha digital.