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Tecnologías emergentes transforman la conservación de alimentos en la industria cárnica

Tecnologías emergentes transforman la conservación de alimentos en la industria cárnica

La conservación de alimentos de origen animal —como carne, huevo, leche y sus derivados— es esencial para proteger su valor nutricional y garantizar su inocuidad. Estos productos aportan proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales indispensables; sin embargo, su naturaleza perecedera exige métodos de conservación cada vez más eficaces y sostenibles.

En los últimos años, la sustentabilidad se ha convertido en un eje central en los sistemas de producción y conservación de alimentos. A las exigencias de los consumidores por productos sanos y seguros, se suman los retos ambientales y económicos que enfrentan las industrias. En este contexto, las tecnologías emergentes han abierto nuevas oportunidades para desarrollar procesos más eficientes, capaces de garantizar la seguridad sin comprometer la calidad nutricional o sensorial de los alimentos.

Entre estas innovaciones destacan la luz ultravioleta (UV), el plasma frío y el ultrasonido. Estas tecnologías, de bajo costo y alta eficiencia, permiten conservar alimentos de origen animal reduciendo el uso de químicos y energía.

La luz ultravioleta, especialmente la de tipo UV-C (200-280 nm), es ampliamente utilizada para desinfectar superficies, envases y cortes de carne. Su acción germicida se debe al daño que causa en el ADN y ARN de bacterias, hongos y virus. Una variante avanzada, la luz UV pulsada, combina diferentes longitudes de onda y ofrece una mayor capacidad de penetración, eliminando microorganismos como Salmonella o Listeria sin alterar las propiedades del producto.

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Por su parte, la tecnología de plasma frío utiliza gases ionizados para generar radicales libres y radiación con alto potencial antimicrobiano. Este método ha mostrado éxito en la conservación de filetes de pescado, carne molida, leche y huevo, preservando su frescura y sabor.

El ultrasonido, en tanto, transforma la energía eléctrica en vibraciones que producen cavitación y ondas de choque, reduciendo la carga microbiana. Su aplicación se ha extendido en procesos de congelación, marinado y cocción, además de la descontaminación de carnes, siendo particularmente eficaz contra bacterias como E. coli y Salmonella.

Aunque los resultados son prometedores, los especialistas advierten que aún es necesario optimizar los parámetros de cada proceso, asegurar su viabilidad económica e integrar estas tecnologías dentro de los marcos regulatorios. No obstante, su adopción representa un paso decisivo hacia una industria alimentaria más limpia, segura y sustentable, capaz de garantizar productos de calidad sin comprometer la salud ni el medio ambiente.

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